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martes, 2 de junio de 2015

El papel decisivo en los años 40 del fotoperiodismo en crímenes



En los años 40 la fotografía adquirió un papel muy importante en la escena de crímenes o asesinatos. El trabajo de un fotógrafo era casi como el de un miembro de la policía o del FBI en el que realizaba investigaciones y siempre estaba en el lugar del crimen. No era como hoy en día en el que el cuerpo policial es el que capta las imágenes para las pruebas. Entonces era más una forma de recolectar el mayor número de imágenes duras, impactantes, e incluso manipuladas, que formaran parte de un álbum en el que se reconociera la labor del fotógrafo, y que posteriormente trataba de vender. Hoy esa parte, la parte fotográfica del crimen, va de la mano de la investigación y es de uso exclusivo para ésta. De hecho un medio de comunicación no se puede tomarse ciertas libertades a la hora de publicar algunas imágenes, y por lo tanto, el fotógrafo tampoco tiene la autorización de manejar ese tipo de informaciones como hace casi siete décadas.

Un largometraje donde se aprecia muy bien este papel tan significativo y destacable de los fotoperiodistas en los crímenes es en El Ojo Público. Benzi, el fotógrafo y protagonista, retocaba a los difuntos o a los borrachos que deambulaban por las ciudades de Nueva York, para hacerles la instantánea. Bien poniéndoles una botella de alcohol en el brazo, o un sombrero, porque según él, a la gente le gustaba ver  al muerto con un sombrero puesto. Hoy en día eso es impensable, pues en la escena del crimen no se puede tocar nada y se supone que solo se puede retratar la realidad. Actualmente se trata de una labor meramente policial en la que las imágenes capturadas pasan a formar parte de la línea de investigación, como pruebas y como un objeto intacto. La fotografía representa la realidad y sirve para indagar en los motivos del crimen, en cómo surgió, en qué orden, quién lo cometió, y hasta incluso en qué momento.

A su favor creo que estos retoques que Benzi realizaba en las fotografías nada tenían que ver con lo que hoy en día tendría lugar si eso fuera posible: el interés y los favoritismos. Pienso profundamente que este fotógrafo tenía una vena muy creativa y que estos retoques en las fotos que iba  a realizar posteriormente eran más por una razón artística que por confabulaciones. Al menos hasta que se enamora de una señorita y para conquistarla la ayuda a investigar un caso de corrupción de mafias en el que Benzi en el fin de ayudarla sacó provecho de su condición de fotógrafo. Pues si algo lo caracterizaba era que, aunque rechazado por la jet set, contaba con una  amplia lista de conocidos. Sus fotografías no pasaban desapercibidas, y al estar presente en todos los crímenes antes que la policía y retractar esos momentos sangrientos, se convirtió en alguien famoso; era el mejor fotoperiodista de la ciudad.

Esta diferencia entre la fotografía en la antigüedad en contraste a la de hoy me recuerda a la existencia del programa Photoshop por el que se manipulan y retocan las imágenes digitales. Me hace pensar que quizás hoy también existan esos retoques que Benzi realizaba pero de una manera más sutil. Supuestamente el papel de todo periodista es el de informar objetivamente sobre temas que tienen un gran interés a nivel general. Y el de un fotoperiodista ha de ser el mismo. Pero alomejor por la falta de una buena fotografía, en el momento perfecto, estos individuos retocan las instantáneas informativas para darles mayor credibilidad e incluso, más expectación.

Benzi solía guardar todo un laboratorio de fotografía en el maletero de su coche que le permitía ser el primero en vender esas imágenes. Pero siendo realistas, ¿hoy en día, quién porta un equipo de esas dimensiones en su coche que sea fotógrafo? También, ¿quién de estos fotoperiodistas vive exclusivamente para estar presente en todas las matanzas, o grandes atrocidades día y noche? Hoy los fotoperiodistas por lo general trabajan para un medio en concreto y siguen órdenes de sus superiores o de los mismos editores, que son los que deciden qué noticia van a dar. El material no lo llevan consigo y los resultados de su trabajo están directamente vendidos antes de que incluso se lleven a cabo. Tampoco se dedican a averiguar dónde se va a cometer un crimen para presenciarlos antes que nadie y ser los primeros en captar esas imágenes. Y mucho menos cuentan con un laboratorio fotográfico en su casa donde, en el caso de Benzi, su única actividad que incluso me atrevería a decir, se convirtió en obsesión, es la de revelar fotografías de asesinatos.

Algo que comparten estas dos épocas, con varias décadas de diferencia, es la inmediatez de la noticia junto a la importancia y la relevancia pública de la misma. Se puede afirmar que el concepto de noticia, entendiéndose éste como “suceso de actualidad que posee una alta repercusión en la opinión pública”, no ha cambiado con el paso del tiempo. Hoy en día las prisas periodísticas son similares a las planteadas en la película, corriendo de un lado para otro queriendo ser el primer recipiente de información para venderle al medio al que perteneces. Encontramos aquí otra diferencia entre ayer y hoy, la profesión reconocida del periodista con su contrato laboral y con su fidelidad al medio en el que está trabajando atándole a una línea editorial es un hecho del hoy, como podemos ver en el film Benzi se “vende al mejor postor”, cobrando por fotografía.

Laura Acosta

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