¿Es casualidad que
desde hace unos años, esta etapa postmoderna en la que nos encontramos, venga
marcada por un cambio radical en las costumbres sanitarias de las personas? ¿Es
casualidad que haya más enfermedades que antes? ¿Ustedes creen que es
casualidad que oigamos cada vez más aquello de “antiguamente no había tantos
achaques”? Y así, infinidad de expresiones similares que todas vienen a decir
lo mismo: ¿qué está pasando hoy en día
que tenemos más citas con los médicos que con nuestras parejas? ¿Qué está
ocurriendo últimamente que nos duele todo y para nuestra sorpresa para todos
los dolores estúpidos hay medicamentos?
Jörg Blech se hizo
estas preguntas, y seguramente muchas más, hace ya más de diez años y tras
muchas investigaciones, este médico y escritor publicó LOS INVENTORES DE ENFERMEDADES: COMO NOS CONVIERTEN EN PACIENTES.
En el libro refleja sus conclusiones tras muchas investigaciones y entrevistas
a industrias farmacéuticas, médicos y agencias de publicidad. Y el desenlace es alarmante: el negocio reside en vender enfermedades
para posteriormente vender medicamentos. Las industrias farmacéuticas han
encontrado un nicho de mercado en el miedo. Las personas nos resistimos a
morir, a envejecer o a pasar dolor en algún momento de nuestra vida. Y los que
entienden que hay cosas, como las arrugas, el miedo o la timidez que son
irrevocables, aprovechan para convertir a la sociedad en pacientes. Con la
ayuda de la comunicación, el marketing y los médicos comprados que avalan
ciertas investigaciones cuestionables, estas empresas consiguen sacar al
mercado medicamentos caros e innecesarios. Además consiguen venderlos.
Querer estar bien
es del todo normal. Querer ser mejores, superar nuestros miedos, nuestras
barreras, sea la timidez, sea el nerviosismo o sean malas etapas que nos
acarrean una mala salud psíquica temporal, es nuestra obligación. Pero seamos
conscientes de cuando sí y cuando no necesitamos la ayuda de químicos,
medicinas y antibióticos. Pensemos por
nosotros mismos. También eso es nuestra obligación.
Alba Campo
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