Ella desde hace mucho tiempo juega a
esconderse entre los mares de Castilla. Una vez los celtas se adueñaron de su
mirada. Los romanos nacieron y robaron sus besos. Aquel imperio fue como las
pisadas que dejamos sobre la arena del tiempo, como ese perfume que nos regala
nostalgia, como aquella persona que se fue y sabemos que nunca volverá, esa
huella infinita que determina la fragilidad de nuestra existencia.
Un día sucedió que ella se enamoró de
Isabel. Tímidamente la observaba desde su oscuro rincón secreto. Isabel, como
una eternidad en la finitud de una vida mortal. Como un cuento de princesas, la
historia de una noble y una plebeya. Ese sueño de un amor eterno se
desvaneció con la coronación de Isabel, la
Reina de Castilla.
Ella fue magia. Fue arena. Fue tierra.
Ella, Segovia.
Andrea Arrieta
0 comentarios:
Publicar un comentario