El
bronceado de la piel es una respuesta ante la agresión y el daño de la
radiación UV. Con la llegada del calor aflora el buen humor y la ropa
ligera. Tener la piel morena es otro de los aspectos que más persiguen las
mujeres españolas y cada vez más hombres. La falta de tiempo o los días
nublados suelen ser los principales detonantes que hacen que, estas personas,
recurran al bronceado proporcionado por las cabinas solares o de Rayos UV que
podemos encontrar en cualquier centro de belleza. Si se usan moderadamente
pueden ser una buena solución para ir activando la melanina de cara al verano y
evitar quemarnos, pero el problema radica cuando el estar morenos se convierte
en obsesión.
Adicción sin límite
Los
tanoréxicos (adictos al bronceado) experimentan una pérdida del control de sus
límites, el cual evita poder parar el proceso de bronceado una vez que la piel
ya está morena, dicho patrón es similar a otras adicciones como el alcoholismo
o tabaquismo. Algunos síntomas que experimentan estas personas serían: ansiedad
excesiva por no perder el tono ganado, la competencia entre compañeros para ver
quién puede conseguir el bronceado más oscuro y la frustración crónica sobre el
color de la piel, cuando la persona afectada está convencida que su tono es
constantemente inferior de lo que realmente es.
Riesgos
Existe
evidencia de que la exposición a la radiación ultravioleta de forma
intermitente, generalmente en actividades al aire libre, está relacionada con
la aparición de todos los tipos de cáncer cutáneo, incluyendo el melanoma
(tumor maligno de células pigmentaria). Es el tipo de cáncer cutáneo menos
frecuente, pero el que produce mayor número de muertes relacionadas con el
cáncer de piel. Por esta razón, existe una gran preocupación en la comunidad
científica acerca de los riesgos cancerígenos de la utilización de camas o
lámparas solares para broncearse. Otro dato preocupante que se ha estudiado
mediante encuestas, tanto en Europa como en Estados Unidos, es que cada vez
está más extendido el uso de las camas solares, sobre todo entre la gente joven
e incluso entre niños de 10 y 11 años. La exposición frecuente a la radiación
ultravioleta, tanto natural como artificial, produce un envejecimiento cutáneo
precoz con aparición de numerosas arrugas y manchas en la piel, disminuyendo la
elasticidad de la dermis. En líneas generales, las personas que deben extremar
la precaución ante la exposición solar y que no deberían utilizar camas y
lámparas solares, son los menores de edad, aquellos que tienen la piel
muy clara, los que se queman con facilidad, personas con muchas pecas y
lunares, con historia personal o familiar de cáncer cutáneo y aquellos que
posean un daño solar cutáneo extenso.
La piel tiene memoria
El
bronceado va desapareciendo gradualmente, sin embargo, el daño producido en las
células de la piel permanece y se va acumulando porque “la piel tiene memoria”.
Cuidarla es esencial, a pesar de que el sol
también trae consigo numerosos beneficios, no podemos olvidar que el bronceado
que obtenemos verano tras verano, se acumula de alguna manera en nuestra piel,
y ésta va notando los efectos de las radiaciones en el futuro. La doctora y
asesora médica Aurora Garre, recalca que “resulta absolutamente necesario foto-protegerse
de una manera correcta y completa para mantener una piel sana y saludable a lo
largo del tiempo”. Además de utilizar protectores solares del índice adecuado a
nuestro tipo de piel, debemos tomar una serie de precauciones para minimizar
los riesgos de la exposición solar. “Cuidarla bien hoy significa salud para
mañana”, concluye Garre.
En la
web Salud180 hacen algunas
recomendaciones para cuidar la piel este verano:
1.
Toma el sol con moderación
3.
Usa cremas protectoras e hidratantes
4. Ten a mano complementos como viseras, gafas,
sombreros, pañuelos para protegerte de la exposición directa al sol
5. Bebe agua y refrescos
6. Realiza cuidados de limpieza facial
7. Duerme las horas apropiadas
Cristina Sardón
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