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martes, 19 de mayo de 2015

Una merma muy grave en la libertad de prensa en España



La llegada de la Democracia y la Constitución de 1978 suponen una auténtica revolución, cuando tras una larga dictadura los periódicos ya experimentan importantes cambios de propiedad, gozan de la libertad de expresión y sufren una profunda revolución tecnológica. Más en concreto, en el Art.20.d CE se especifica que todo ciudadano tiene derecho a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. Así comenzó la transparencia en la información en España tras la censura que se experimentó en la época de Franco.

Dejando atrás una dictadura y con la llegada de la Monarquía que colocaba al país en una democracia, llegaba también un momento de grandes avances para la prensa, el derecho a las movilizaciones, y valiosos resultados en trabajos periodísticos a partir de filtraciones de información. En 1993, la Asamblea general de las Naciones Unidas proclama el 3 de mayo Día Mundial de la Libertad de Prensa, acogiéndose a los principios de libertad, pluralidad e independencia. Un año después, Freedom House -organización no gubernamental que conduce investigaciones y promociona la democracia, la libertad política y los derechos humanos-, considera que España es una de las Naciones más libres del planeta; uno de los países mejor posicionados en el ranking Internacional.

Hace un año que Freedom House advierte en un informe: “la libertad de prensa en España alcanza su nivel más bajo durante la democracia”. ¿Qué ha pasado en España para que dos décadas más tarde la misma organización pase de catalogar el país de uno de los más democráticos, a denominarlo como uno con  una libertad de prensa casi parcial, según declaraciones de la directora del programa, Karin Deutch? Por primera vez la prensa española es juzgada desde Washington, donde la organización ha planteado un debate insólito: situar al país en una categoría inferior donde se encuentran naciones como Argelia, Guatemala, India o Mongolia.



Prueba de la preocupación de esta organización es la puesta en marcha el 26 de marzo de 2015 de la Propuesta de Ley de la Seguridad Ciudadana. Una Ley que significa un paso atrás en la historia de la libertad de prensa en España, y que en plena campaña electoral nos hace recordar aquel enero de 2011 en el que se aprobaba una Reforma de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG), y que reunió a miles de personas en el movimiento 15-M. Una Reforma que permaneció casi desapercibida tras La Acampada de Sol en Madrid, y que ahora podemos tomar como antecedente a otras modificaciones de leyes encaminadas a oprimir al ciudadano, no solo en las urnas, sino también en su derecho a recibir libremente información. Regulaciones que de manera directa afectan a los medios de comunicación y al sector periodístico, restringiendo la libertad en su ejercicio, y que de manera indirecta afectan al ciudadano de a pie. Una nueva legitimación que hace plantearnos hasta qué punto es España un país democrático. Permite a las autoridades multar a las personas que participen en protestas espontáneas o que “falten al respeto” a los agentes, grabar a la policía y hacer uso de las imágenes sin autorización, reunirse o manifestarse en infraestructuras de servicios públicos, manifestarse frente a la sede del Congreso, del Senado o de parlamentos autonómicos si se "perturba la seguridad", impedir un desahucio, negativa de disolución de concentración o manifestación, y un largo etcétera.

"Esta ley es exactamente lo que parece: una ley mordaza que considera un peligro a todo ciudadano libre y crítico, y que no pretende castigar más, sino con menos garantías", afirma el diputado Ignacio Sánchez Amor, ponente socialista del proyecto de ley. "Esta ley recuerda a la vieja legislación franquista de orden público, y entre libertad y seguridad, opta claramente por la segunda", añade.


Amnistía Internacional, Rights International Spain y más de 70 colectivos integrados en la plataforma “No Somos Delito” han denunciado el peligro que esta normativa supone para la democracia. El pasado 23 de febrero, varios relatores especiales del Consejo de Derechos Humanos de la ONU se dirigieron al Gobierno español y aseguraron que estas reformas legislativas “amenazan con violar derechos y libertades fundamentales de los individuos”.

La FAPE, en representación de sus 48 asociaciones de periodistas y de las 15 organizaciones vinculadas, en el Día Mundial de la Libertad de Prensa se acoge al manifiesto “#LibertadDePrensa: Sin periodistas, no hay periodismo y sin periodismo, no hay democracia”, que ha sido difundido a través de una atractiva campaña por las redes sociales. Este pasado 3 de mayo, España pudo vivir más que el día del derecho a la libertad de prensa, un día de luto y de crispación por la reciente aprobación de una ley que desde que fue anunciada por el ministro de Interior, José Fernández Díaz,  ha sido rechazada por parte de colectivos sociales y de juristas, que han visto en la normativa impulsada desde el Partido Popular una limitación de los derechos de expresión y manifestación no admisibles en un Estado democrático.

Esta Ley nos priva a los que nos dedicamos al ejercicio del periodismo y va más allá: “convierte al periodista en un delincuente”.

Y eso no es todo. Ahora nos encontramos a la espera  de un Proyecto de Ley que impediría a los medios de comunicación de publicar filtraciones. Rafael Catalá, actual ministro de Justicia, asegura que “un buen debate sería trasladar la sanción al medio e imponer la obligación de la no publicación de la información", y ha añadido que "no estaría de más que pudiésemos debatir sobre esto, si de verdad nos creemos que es bueno no vulnerar el principio de presunción de inocencia".


Un planteamiento que hace bajo el pretexto de proteger la "confidencialidad" de las causas judiciales y la presunción de inocencia de los investigados. Me pregunto a dónde iremos a parar si alguien no detiene a los políticos de la “democracia” que intentan quitar a los españoles y a la prensa todos los derechos que hace un tiempo se ganaron nuestros antepasados. 

Laura Acosta


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