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lunes, 25 de mayo de 2015

Y el pueblo habló


Y se cumplieron los pronósticos. Las mayorías absolutas desaparecieron. Y la izquierda tendrá que pactar con la izquierda de la izquierda. Y la derecha podrá también pactar con el centro. Y la derecha de la derecha se quedará sin pactos y sin nada. Y el bipartidismo habrá mutado en un bipartidismo encubierto donde lo radical tratará de hacerse hueco en una sociedad cansada de corruptos y ladrones. Pero, ¿no vendrán que buenos los harán?

El voto cayó en saco remendado y ni siquiera el del señor Cayo volvió a pesar lo mismo. Los grandes siguieron saliendo a la palestra para decir que todo había salido bien. Alguna salió también para dar los últimos coletazos. Y otros, la coleta también salieron a lucir. Por lucir, lucieron hasta las obras de mi pueblo. Gracias a las elecciones, los niños tienen más parques donde jugar. Parques, que tendrán que compartir y saber cuidar hasta que lleguen otros comicios, por lo menos.

Las esperanzas de algunas fueron juzgadas por otras. Los calorets se enfriaron hasta quedarse duros e incomestibles y para ser de la Ciudad Condal, una activista de calle no la trató muy mal y llegó a la alcaldía rodeada de entusiasmo y buenas ideas. ¿Serán suficientes para poder cambiar las cosas? ¿Las cosas cambian? ¿Las personas cambian? Los poderes cambian a las personas y mantienen las cosas donde quieren que se mantengan. Y, amigos, sólo el poderoso caballero es capaz de poner o quitar. Las ideas solo se han hecho fuertes con revoluciones y las que empezaron en las urnas no terminaron bien. Ni para unos. Ni para otros.

Todos acertaron. Hasta los que perdieron. Por supuesto los que ganaron. A la espera nos quedamos del verdadero cambio que quizá haya comenzado. O no. Yo esta mañana he buscado la app para votar con mi teléfono las siguientes reformas políticas y no la he encontrado. ¡Iluso de mí!


David Álvarez

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