El fenómeno de la risa es complejo, y la vez muy singular. La risa es sana cuando la compartimos con los demás. Podemos reírnos solos cuando vemos algo muy divertido; o cuando nos acordamos de un acontecimiento que nos hace gracia. Reír, como hablar, es un fenómeno social. Las cosquillas y las caricias, o incluso una sorpresa inesperada (como el típico “uh” que nos espanta), nos hacen reír, o cuanto menos sonreír. Esta sensación nos provoca placer, y nos vincula a los demás. Es por ello que reír nos hace más humanos. Con sentido del humor, los disgustos son más digeribles. Con ironía, es más fácil decir las verdades o encajar las críticas. Tal es el poder de la risa que es un “bálsamo” para nuestras relaciones sociales, para nuestro bienestar personal, e incluso para nuestra salud. Porque el buen humor nunca está de más. Ni siquiera cuando hemos de tratar temas pretendidamente “serios”. Como bien dice la frase: “Sea falsa cualquier verdad en la que no haya habido al menos una carcajada”.
Cristina Sardón.
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