El
otro día fui a la proyección del documental Invisibles
en el anfiteatro López Prieto de la Facultad de medicina de Valladolid.
Para quién no sepa de que hablo, que seguramente sea una buena mayoría, es un
documental de denuncia nacido como homenaje al 20 aniversario de la organización
no gubernamental Médicos Sin Fronteras. La película denuncia las situaciones
injustas en las que se viven cinco realidades.
Lleno
de crudeza partimos desde una torturada Latinoamérica infectada por el Chagas.
Una enfermedad que destruye al ser humano y que termina causando una muerte
súbita. Observamos desde la impotencia como se evita su investigación porque es
una enfermedad que sólo afecta a la América más pobre y olvidada.
Nuestra
segunda parada será en Congo, donde los conflictos obligan al ejército a estar
activo para defender a los civiles de los guerrilleros. Mientras los hombres
luchan las mujeres sufren las vejaciones de ambos bandos, sólo por poseer
cromosoma XX.
Y
no sólo las mujeres son la cara frágil de las guerras, los niños, las mentes
del futuro son raptados en Uganda para sujetar, entre sus pequeñas manos,
fusiles. Son ellos los siguientes secuestradores y arrancando toda emoción de
sus entrañas se convierten en soldados de mente herida. Muy pocos pueden huir y
refugiarse, muy pocos tienen pesadillas de lo que vivieron porque la mayoría de
los niños siguen envueltos en la corruptela y el temor.
La
República Centroafricana no se escapa en el documental. A través de las imágenes
se realiza una recreación de cómo no llegan los medicamentos a esta zona de
África. Desamparados ante la muerte, las farmacéuticas no invierten en
investigar las enfermedades que allí asolan, ya que como negocio sólo se
permiten el éxito y la rentabilidad.
Regresamos
a Lationamérica, Colombia y sus guerrillas dejan a personas sin hogar que
terminan viviendo desplazados en zonas inhóspitas del follaje. Despojados de
sus bienes huyen para salvar su vida, esperando encontrar refugio en la
naturaleza hasta que cesen los conflictos.
Los
cinco documentales están cargados de testimonios y llenos de reivindicación. Al
terminar de verlo las emociones confluyen, mezclándose la indignación con la
impotencia y con unas ganas sanas de ayudar.
Enhorabuena
a Isabel Coixet, a Wim Wenders, a Fernndo León de Aranoa, a Mariano Barroso y a
Javier Cocuera por mostrar estos pequeños conflictos a una sociedad tan ciega.
Ojalá que llegue el día donde todos seamos corpóreos pero, hasta entonces
tendrá que haber reportajes que den voz a aquellos que, en la lejanía, gritan.
Viviana Díaz
@Vdiag
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