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martes, 21 de abril de 2015

Metrópolis: una obra arquitectónica




"El cine servirá de fiel intérprete de los sueños más atrevidos de la arquitectura." 

- Luis Buñuel.


¿Qué es el cine y cuál es su relación con la arquitectura? Ambas disciplinas gozan de muchos factores en común. Un director de cine imagina cómo va a ser su película, crea, proyecta una historia. El arquitecto, antes de construir una obra, piensa cómo va a ser, la visualiza mentalmente y dibuja. La película Metrópolis del austriaco Fritz Lang es un gran reflejo de esta relación. ¿El cine visto como la arquitectura de nuestros sueños, de los mundos felices o como catalizador de los futuros acontecimientos? Inquietante ¿Es acaso el cine lo que se antepone a la arquitectura o a la inversa? Ver una película requiere adentrarnos en un espacio virtual donde el tiempo pasa a una velocidad que nuestra mente es capaz de asimilar, pero que no corresponde al tiempo de la vida en sí, al ritmo de campanas, sino más bien, a un tiempo inexistente de vivencias pasadas y futuras imaginadas. Al vivir el presente no somos conscientes. Observar no es lo mismo que actuar. Metrópolis trata sobre la vida en la ciudad, simboliza la destrucción de la Torre de Babel. A simple vista, toca muchos tópicos: el mundo de las máquinas, el de las catacumbas y el iluminado; el hombre-máquina, el pánico en la ciudad, lo oculto y mágico; la alineación, la ciudad futurista; el loco inventor, el espía, la prostituta, el mediador; Moloch la máquina-corazón, los niños perdidos, los jardines eternos y entre muchos otros, el de la muerte. 

Tras esta aparente superficialidad efímera del cine y la imagen, se esconden, si observamos atentos un sinfín de significados, símbolos y mitos de la Antigüedad. Es una mezcla de géneros, estilos y épocas donde en la imagen del futuro se reconocen los trazos del pasado. Lang, hace Metrópolis tras su visita a Nueva York en 1924. Los edificios que aparecen en la película son una abstracción subjetiva de sus impresiones. Él mismo reconoce haber pensado que tenía que hacer una película referente a todas estas impresiones, y así fue. En la mayoría de escenas se percibe el derrumbe de la civilización occidental tras la Primera Guerra Mundial. Se trata de una película de una aparente mudez y silencio que hace que sus escenas sean un auténtico grito de llamada a los ciudadanos. La solución a los problemas es posible mediante un mediador que consigue que los trabajadores se den la mano con el presidente o gobernador. Si existe un sentido para la realidad, también ha de haberlo para las posibilidades.+ Metrópolis nos muestra la luz y la oscuridad de la ciudad. Fascinación y miseria, un collage explosivo de imágenes y símbolos, una mezcla entre el descubrimiento de la ciudad y sus interpretaciones. Las ciudades no cuentan cuentos, pero pueden decirnos mucho sobre la historia. Las ciudades, como las películas, pueden mostrarse y abrir los ojos de quien la mira o esconderse tras velos de opacidad. Es una cuestión de nutrir la imaginación o hablar alto y ese mismo efecto tiene Metrópolis sobre el espectador.        


Laura Acosta

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