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martes, 28 de abril de 2015

Kasparov contra... ¿la máquina?



Hay que remontarse a mediados de los años 90 para conocer la famosa batalla entre el ser humano y la ciencia o, lo que es lo mismo, Gary Kasparov contra Deep Blue.

El primer desafío tuvo lugar en Filadelfia en febrero de 1996. El considerado por muchos el mejor jugador de la historia se impuso al ordenador creado por IBM por un resultado de 4-2. 

Nada parece extraño pero, durante una de las partidas, el procesador realizó un movimiento a primera vista sin sentido cuando podría haber buscado el jaque al rey. A pesar de ganar la partida, este movimiento hizo pasar muchos días sin dormir a Kasparov. Curiosamente, a partir de ese día no volvió a ganarle a la máquina.

Uno de los jefes del grupo de ingenieros de Deep Blue especuló con la posibilidad de que ese movimiento fuera simplemente un fallo del programa. Más adelante se demostró que no, que se trataba de una estrategia del procesador que buscaba más el medio plazo que el movimiento próximo.

En 1997 se produjo el segundo encuentro en la batalla. IBM invirtió mucho dinero y la máquina, mejorada por los ingenieros de la compañía, se impuso esta vez al maestro ruso.  

En el libro The signal and the noise, Nate Silver se plantea muchas cuestiones sobre aquellas partidas. La primera de ellas analiza si un ordenador podría calcular todas las probabilidades más rápido que un humano y ganarle. 

La respuesta es sí, además mucho mejor que un cerebro humano, por muy extraordinario que sea. Calcular las probabilidades de las jugadas es posible al inicio de los movimientos pero rápidamente el ordenador tiene ventaja porque puede calcular lo más próximo al infinito en un tiempo que sería imposible para un cerebro humano. 

La segunda pregunta habla acerca de qué es lo que permite a un humano ganar a la máquina. La respuesta es sencilla, a pesar de ser muy efectivos en la táctica, la carencia de los programas informáticos aplicados al ajedrez es que eran incapaces de pensar estratégicamente. 

Kasparov había entrenado muchas veces con ordenadores a lo largo de su carrera, y sabía cómo jugaban. Por eso ganó el desafío de 1996 y la primera partida de 1997. Pero sucedió el movimiento comentado anteriormente.

Kasparov dio vueltas día tras día y descubrió que, de haber seguido su curso, la jugada hubiera llevado a la posibilidad de un jaque mate para Kasparov en los veinte movimientos posteriores. Aunque no tenía la certeza de la estrategia de  Deep Blue, esto fue un punto de inflexión para su mentalidad ya que se sintió por primera vez vulnerable. 

A partir de ese momento, el maestro empezó a cuestionar que hubiera habido intervención humana en Deep Blue a lo largo del segundo enfrentamiento. El equipo de IBM rápidamente negó esta acusación por parte de Kasparov.

Murray Campbell fue uno de los ingenieros de Deep Blue desde sus orígenes cuando se llamaba Deep Thought. Explicó que, al principio, el programa se ejecutaba con simulaciones y cuando encontraba una jugada que llevaba a la derrota se analizaba, se revisaba y se eliminaba. El programa se iba puliendo de esta manera pero llegó un punto en que la máquina superó a sus creadores. 

Deep Blue fue desintegrado al poco tiempo de terminar las partidas de 1997. IBM no quiso mostrar nunca, a pesar de las peticiones de Kasparov, el sistema interno de la máquina.
En definitiva, aquella competición quizás nunca fuera hombre contra máquina, ni el triunfo pertenezca en su totalidad a Deep Blue.  

Adrián Giraldo

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